El reverso del
producto que se va constituyendo en la orientación, permite sostener el
testimonio de una práctica, de la que se puede decir que no encuentra sujeto en
su deriva. Los giros discursivos son una clara objeción a una teoría, junto a
la lógica que sostiene a las fórmulas de la sexuación, teoría que se sostendría
de la enunciación para ubicar allí al sujeto inconciente en todo discurso.
Guillermo Díaz
brindó testimonio de aquello que, al no poder el hablante incorporarlo lo
produce, una encrucijada en el camino que no desatiende el “estar jodido” de algún
modo en eso que se denomina transferencia, dado que, en la medida en que se
habla, una suposición se detecta en esos dichos. Ahora bien, la encrucijada se
fue armando desde esa suposición que
funciona como verdad necesaria pero a la vez, detecta una contingencia como
saber del Otro en el punto en donde ese Otro de eso nada sabe. Esta
contingencia descompleta a lo necesario que sostiene la posibilidad del dicho
en ese hablante. Tal vez sea esto hacia donde se dirige esta orientación: no
tanto al sujeto de la enunciación como sujeto del inconciente sino hacia eso
ignorado que produce un exceso en el simbólico. ¿La ex–sistencia necesaria contradice el no-todo contingente? Algo pasa
en esta experiencia, pase soportado por el significante pero que, en tanto
pasa, es de otra estofa, lo denota el exceso.
Tal vez en esto nos
pueda ayudar el film Caché, (de M. Haneke, 2005) puesto que allí hay una mirada que domina, que
siempre es de otra estofa, siempre es excesiva en sus efectos respecto de toda
interpretación de los afectados, de toda significación familiar, de todo intento
de encontrar responsable. De alguna forma todo aquello que el hablante dice
sobre esa mirada, hace girar el discurso produciendo un exceso, y así continúa.
Pero ¿está dispuesto ese hablante a dejar caer los supuestos –sujeto y saber-
para así toparse con lo prójimo?
Se ubican "puntos de abismo", en donde
se abisma el pensamiento: practicar con lo que no entra en diálogo, con aquello
que abisma. La palabra teje la trama pero al mismo tiempo la agujerea. Hay
ganancia de saber, de un saber no sabido, sustracción de la locura del supuesto
saber del Otro en tanto sujeto. En transferencia, esto se presenta como una pista para el que escucha. Poder ubicar al dicho que hace supuesto
al sujeto y al saber del hablante, que le genera un partenaire para su diálogo.
Que la interpretación no sostenga la suposición desde dónde se sostiene.
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