10, 2013



Esta reunión contó con la participación de Gabriela Avigliano, psicoanalista invitada, quien en atención a la actualidad de nuestra conversación, desplegó tramos de la entrevista que mantuvo con Maiamar Abrodos, actriz transexualista. El interés por escuchar acerca de la experiencia trans motivó a Gabriela −tal como lo hizo saber− a tomar contacto y efectivizar el encuentro con Maiamar. Destaquemos la saludable deriva de dicho interés para con el decir de la experiencia, como rasgo por el cual, en esta ocasión, el decir de Maiamar se abrió paso en una escucha ampliada.
En el transcurso de este pasaje, Gabriela puso en mención la manifestación de aquello que fue sentido como no vivo formando parte de un cuerpo como malestar. Con cierta sorpresa situamos que ello conversaba, en anterioridad, con lo que hubimos presentado  aquí como Corte de Apeles: trazo de un corte intersticial, que espacializa la constitución binaria del campo del dos. En el pasaje del relato -recibido por la entrevistadora para luego transmitirlo- quedó de manifiesto el decir de la experiencia para con una parte de sí vivida como propia y ajena a la vez, como un sentido impropio. Algo cuya presencia, vaciada de valor de uso y de intercambio, resta enquistado en el sentir. Aquello que, según lo posterior del relato mismo, impedía el acceso al sujeto de derecho, a constituir una identidad plena. Lo sentido como no vivo, es algo inasimilable, un error que se torna en factor letal. A su vez es lo que podemos situar como no muerto, dado que su función de agente es, en el relato, lo que orientó la acción que conlleva el gesto trans.


A diferencia con esto, leíamos en Laurence Anyways (ver entradas anteriores) que la travesía iniciada por Laurence presenta el trazado de un sujeto que conlleva como antecedencia un indecidible que lo conduce al amor llamado sexual. Es en pareja que Laurence se topa con lo letal, por donde le retorna la fantasía de desaparición, a partir de lo cual se da inicio a la transformación. Algo quedará encallado, enlazando un cuerpo con ese punto de indecidible. ¿Se trata en esas experiencias de distintos modos, intentos, de habitar el cuerpo correcto, adecuado, para amar y gozar…a la vez?
Es pertinente entonces poner a consideración alguna distinción entre el gesto trans y el trazado del sujeto. Así también poner en consideración el cortocircuito que se presenta entre: la denuncia de la falla de goce sostén de toda reparación, y el encuentro con lo letal alojado en los pliegues del laberinto del amor o de la angustia. Distinguir, proponemos, entre hecho y travesía.

El testimonio que Gabriela hace pasar, permite situar que el gesto trans presenta a un nuevo interpretante de la castración freudiana. El que dejando de lado la biología clásica, se ve llevado a intervenir para modificar la lógica del ser y tener, por cuyo reparto se juega el sexo como destino. ¿Qué nueva biología rige desde el agente de dicha intervención? ¿Qué teología? ¿Es el gesto trans la cifra de una corrección, la de un error de partida, procurando dar cuerpo a algún sí-mismo? Si postulamos que la intervención de la tecno-ciencia, intentando extirpar lo impropio de un tajo, hace solamente a la función de instrumento, la pregunta es aquí por el agente del cifrado. El intento, más acá de toda intención, introduce, por la falla del goce, la pregunta por la existencia que rige lo creado y la creatura. Lejos de constituir una declaración de sexo, el gesto trans parece orientarse a restablecer la proporción fallida −¿divina?– entre el dos del sexo.
En lo concerniente a la pregunta que pudiésemos formular acerca de la deriva del objetotrans −dicho como objectum- a fin de situar lo subyacente, lo ajeno al olvido, lo que resiste en exclusión interna a toda coloratura ontológica, particularmente occidentada, de la cual participa el escalpelo actual de la tecno-ciencia, así como las de-gradaciones de la paleta psi–, aquello ineliminable del sentido-no-sentido, alcanzado en  lo ni vivo ni muerto, ¿es el gesto trans el que provee la estética propicia para otro sujeto? En la travesía que inicia Laurence, ya fue dicho aquí, el logro de una estética es lo que comanda y orienta el trazado del sujeto. Hay allí entonces otra distinción a destacar.
El simple transponer un lado al otro, al modo de cómo se voltea un guante izquierdo cuando se transforma en derecho, operación que no requiere de corte alguno ¿hace a la ruptura para con un goce que, siempre en abismo, no media entre Uno y Otro, o por el contrario, reimprime la garantía de existencia de relación sexual?

Presentación escrita de Gabriela Avigliano.
Nacer con algo nivivonimuerto. De Jorge Tarela
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