4, 2015

Las conferencias de Lacan de 1960 en Bruselas nos disponen para conversar sobre el escuchar, el silencio y todo aquello que pueda implicar “callar el amor”. Hay un “eso” que surge en el decir, tal como desecho en un lugar. ¿Qué del lugar? El lugar tiene una marcada incidencia en esas Conferencias, el lugar no como concepto sino como recinto, cobijo, estancia del hablante.
Surge la pregunta graciosa de un supuesto panfleto derivado del decir de Lacan: “Vecino ¿porqué se abandona apenas logrando alcanzar esa pizca de realidad decepcionante?” Y si Lacan aclara que su Seminario es su lugar para “decir donde no se calla” ¿es su lugar de analista allí donde “escuchar lo que calla”?
Las conferencias lo obligan a tomar la voz de un poeta primero (Germain Nouveau) –después de aclarar que en su Seminario tomó la voz de Pablo para que nadie la escuchara como tal- y luego encarar un diálogo con el filósofo Ibn Arabi ¡que va a su encuentro!. Estar en Dios y El Islán están presentes, posiblemente de la mano de Henri Corbin, consultante y gran conocedor de la sabiduría Sufí y de la mística temprana. En esos “prestar la voz” es por donde se da lugar a lo que no es significante.



La frase: “el deseo reclama la privación en el lugar donde se refleja el amor” habilita otra lectura del lugar, puesto que allí hay reflejo y rechazo de todo ser. Lugar privado. 

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