06 07, 2013


Tanto en esta reunión como en la anterior, distantes ambas un mes, tomó la palabra Diego Yaiche para desplegar lo que E.Jones en su biografía de S. Freud tituló “el episodio de la cocaína”. El recorrido indagó huellas apenas disimuladas en los sueños relatados por Freud, como así también destacó diversos episodios de su vida y de su morir. Aquellos años en lo que el joven Sigismund, ya médico neurólogo, daba sus primeros pasos como investigador en el Laboratorio de E. Bruke. Fue allí donde se sitúa ese primer intento de Freud por llevar adelante una investigación con estilo propio, independiente del círculo científico, solitario respecto a las tutorías, sin resguardos inhibitorios típicos de la pertenencia a las Sociedades. Este intento se apoyó en una contingencia: su encuentro con la coca. Freud inicia la tarea investigativa acerca de las propiedades de ese objeto, y lo que ello podría brindarle a la clínica médica, apoyado en la noción de neurastenia; algo que por aquel entonces se halla situado por fuera de toda lesión causal.





Sigmund Exner

La neurastenia de Sigismund y la de otros, por ejemplo la de su amigo y admirado colega Ernest von Fleischl Marlow, prójimo central en este avatar. A través de los sueños, haciendo bucle en el sueño paradigmático “de la inyección de (a) Irma”, se lee cómo el interpretante despeja un recorrido que sitúa varios personajes, aquello a los que Freud va dejando caer del pedestal en que los había colocado. A saber: El Entwurf… de Sigmund Exner, las fosas nasales phineanas del delirio de Fliess, el escape urgente al Paris de Charcot, el entremés amoroso con Martha Bernays. Esto por el lado de los inicios, pero también el cálculo de la cifra con la que Freud demanda saber el anticipo de la fecha de su muerte. Resto de la transferencia con Fliess ello arroja al viviente en manos de una hipótesis cuyo nombre fatal es cáncer. Aquello de lo Freud padeció, bajo un diagnóstico errado, como entrada en la agonía. Cáncer que Freud sí contraería luego, hoy se sabe, debido a las cruentas medidas curativas a las que se sometió a causa de aquel inexistente.

Ernest von Fleischl Marlow



Receta de Freud

En este recorrido extenso y detallista a cargo de Diego Yaiche, tuvimos oportunidad de cotejar la estructura escénica similar en la que se inspira el film Equilibrium. Pero también nos preguntamos por el niño y la familia que este desarrollo freudiano despega. Entonces, tal como propicia Mover Callar que no habla con familia alguna ¿la familia freudiana podría prescindir de un sostén fálico? ¿Acaso es así en la familia según Lacan? ¿El vestíbulo atiborrado de amistades familiares en la introducción al sueño “de la inyección…”, tal como lo quiere el interpretante Freud, se trata de otra cosa?
Tomamos en consideración la frase de Lacan (Cfr. “La ciencia y la verdad”, Escritos) donde queda situado el drama del sabio como algo no inscripto en el Edipo, y que de inscribirse en el Edipo lo situaría entredicho, en tela de juicio (le mettre en cause). Lacan considera que el drama de lo que sucede en el psicoanálisis es ejemplar. Y así nos parecía entonces que este recorrido fundamentado en una contingencia, con un Sigismund trastocado por el objeto coca, dice también sobre lo que sucede en lo actual del psicoanálisis. En referencia a la reconstrucción histórica-edípica, la omisión acerca del objeto coca queda articulada como desestimación, recusación, verwerfung.
De eso no se habla, veladura del drama del sabio, aquello que no se inscribe en la escena del amorodio. ¿Insólita fantasmagoría la de Freud y la de los freudianos de querer saber acerca de la cifra exacta de sus destinos?

Por último “La muerte y la brújula”, el cuento de Borges donde el cazador es cazado por el cálculo del final, ¿objeto de la contingencia más que “sujeto” de cita alguna? Apuesta borgeana a que la próxima aventura se juegue en otro saber, el de la recta infinita. Así lo propone el que va a morir, pero ¿desde dónde habla, desde la suposición de otra vida, desde un decir del entredós? O peor, tal como el corte de Apeles que se aprecia en esa línea recta: ¿Ni vivo ni muerto?

El texto de Jorge Tarela se apoya en estas derivas y en el recorrido hasta ahora trazado:
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