05, 2013






Presentación de la primera parte del documental de A. Curtis "El siglo del Yo" en el Colegio de Psicólogos de Morón, a cargo de Diego Yaiche y Jorge Tarela. En la conversación posterior con los presentes quedó diferenciada la postura europea, más ajustada al esquema freudiano del líder-masa, de la postura de Edward Bernays, la que descompleta al todo democrático, “representantes-pueblo”, a partir del suplemento llamado “gobierno invisible” o poder en las sombras.  A este suplemento, nunca complemento, determinadas corporaciones lo asumen según su accionar —algo  que en la actualidad recibe el nombre de “Corpos”— algo siempre bien considerado por el genio de Bernays. Al destacar esto, quedan articuladas dos cuestiones:
1- Que Bernays lee a Freud y lo amplia con esta objeción dirigida al campo político smithiano, campo que hemos propuesto como similar en su orden de estructura al campo freudiano: no es ya el campo de lo Necesario-posible aquel que puede recubrir el Todo del campo político: hay un suplemento que escapa a este armado.
2- Que en esta lectura el lugar del almenosuno como exsitente necesario al campo que fundamenta - ya fuera el Dios, el Rey o el Líder- no deja de estar ligado al suplemento que descompleta al campo así realizado en tanto posible, el de la polis.
Primera conclusión, entonces, prefigurando en ella una hipótesis: de la lectura de Bernays en tanto que contemporánea a la de Lacan, ambos lectores de Freud, surge que la propuesta de Lacan encuentra un interlocutor valioso del otro lado del océano. Así, el recorrido de la propuesta de Lacan orientando hacia un deseo de otra cosa, es lo que deviene luego de la promoción a primerísimo plano, sostenida por Lacan en los años ‘50, de la función de la metáfora  —que hemos situado en la conversación Bernays-Soderbergh—, indicando así el valor del camino hacia lo prójimo, y ello en defensa contra las nueva forma del totalitarismo.

04, 2013



Primera reunión realizada en Ciudad de Buenos Aires —en el Espacio Cultural Urbano—, donde es retomada la presentación del corto Equilibrium de Steven Soderbergh, a la manera de una segunda vuelta, subrayando la hipótesis que se deja leer en la reunión “11,2012”. Allí este corto es tomado como una objeción al sueño que Edward Bernays nos propone, sueño cuyas coordenadas se encuentran desarrolladas en el documental “Máquinas de felicidad”. Objeción que ahora planteamos en estos términos: ¿Qué lugar tiene un acontecimiento banal en el mundo Bernaysiano, un acontecimiento tal como que alguien se presente con un peluquín y dispuesto a no escuchar ningún comentario al respecto? Cómo situar eso que no tiene lugar y qué efectos produce en ese mundo o en ese sueño de Bernays: este es el punto de vista o perpectiva que el corto Equilibrium muestra.
Si recordamos el tratamiento que da A. Curtis en su documental a la idea publicitaria que Bernays propone en base a la demanda de aumentar las ventas de cigarrillos, para el caso la de incorporar a las mujeres a dicho mercado, podemos precisar que en primer lugar se trata de generar un acontecimiento que propague la noticia, generando la expectativa de un “algo ocurrirá”, eligiendo el lugar apropiado, a los actores indicados, y al medio de recepción pertinente, el periodístico, para esparcir la noticia así creada. A partir de la cual lo anterior, como aquello que ocurría y ya no debe ocurrir, se vuelve caduco en la promoción de sus efectos, considerados así –después de este acontecimiento publicitado- como deseos anteriormente contrariados o tabúes. Es destacable que, para que la cosa funcione, se torna necesario el adosado de una frase slogan, que en esa ocasión fue “antorchas de libertad”.
Es el segundo sueño que aparece en el corto Equilibrium, el destacado en blanco y negro, es aquel que conlleva la virtud de señalar una recurrencia, puesto que es un sueño donde “se habla” del sueño, para luego volver a soñar el sueño del cual se habla: el sueño de la mujer. En este segundo sueño, que abre a la recurrencia, el interpretante-analista, mientras no deja de atender sus asuntos propios a través de la ventana, reacciona firmemente ante el posible “in fraganti” del ver del soñante, lo que nos da la pista de que en lo “no visto” algo se escamotea, sea porque no es debido o porque es imposible. Hay en ello similitud respecto de la posición del soñante en lo que concierne al timbre del primer sueño: en ese ruido o en aquella mirada hay un real en juego.
Es apreciable que, cuando le es solicitado al soñante dirigirse hacia el bolso o cartera, ese objeto mencionado entre líneas al modo de una glosa en el texto del sueño, el soñante se detiene y tiende a reaccionar –límite a la hipnosis-,  y es entonces el interpretante-analista el que cambia la estrategia induciendo al soñante a pensar en su trabajo, en los venerados intereses que en ello lo preocupan –aquí es donde se acentúa el valor de la frase: a su vida le falta algo. Así el teléfono del primer sueño entra en consonancia con el despertador, y de ello surge, entonces, la buena idea: lo automático. El problema trastoca así en solución.
Es ese sonido ubicado en el límite del despertar lo que queda entendido como un llamado, algo del orden invocante que, en su juntura con la demanda, hace entrar lo que será tomado como un significado, como una noticia dirigida al interesado, como una respuesta en clave. Pero para que esto pueda conformase como una buena idea, hace falta el correspondiente slogan: el despertador de tus sueños. Es así como queda enlazada al sueño Bernaysano, mediante un slogan metafórico la demanda “a tu mundo le falta algo. En ese hallazgo tranquilizador, equilibrante, el soñante por su fatiga vuelve al dormir para encontrase otra vez con su sueño, pero que ahora muestra una modificación: el soñante halla en el espejo la mirada que se corresponde con su imagen, y ello donde pretendía encontrar una identidad, un algo.
Así la respuesta Bernaysana es aquella que triunfa apostando a la metáfora, metáfora que sitúa y establece el equilibrium del sujeto que así acontece, sujeto que en términos de Bernays remite siempre al estúpido, es decir, al sujeto del estupor. Preguntamos entonces: ¿La metáfora despierta o adormece, libera o aliena? ¿Los objetos que hemos situado -a saber, la mirada que se escamotea, el timbre-despertador, el peluquín, el fuego iluminista, el aire que aspira la libertad del fumador- son deseables? ¿La metáfora equilibradora, plus mediante en su efecto, en qué estatuto considera a dichos objetos, según cual instancia?

03,2013




En esta reunión la conversación perfiló hacia una suerte de retoma de los ejes dispersos en las reuniones del año anterior, motivo por el cual se consideró la posibilidad de releer lo hasta aquí trabajado desde la perspectiva de lo que resta abierto. El espacio de lo prójimo, el tiempo que le incumbe, los diversos tratamientos a esta consideración, comienzan a propiciar preguntas y orientaciones a través de textos, presentaciones, mostraciones, que se van proponiendo como desarrollos posibles a la opinión.
El dato biológico —provenga de Von Uexkül con su unwelt/innewelt,  de aquello que Michel Foucault llamó “biopolítica”, o incluso de lo que la teoría Queer desprende a partir de los estudios Gay-Lésbicos— ¿es acaso un escollo o una solución? En este punto queda ahora propuesta la nueva filmografía para ir ampliando el horizonte de la cuestión: “Ojos bien cerrados” (Eyes Wide Shut - 1999) de Stanley Kubrick y “Laurence Anyways” (2012) de Xavier Dolan.


Comenzar también a incursionar en la noción de causa, dado que el trauma o cualquier otra causación resulta siempre apto a la consideración de lo familiar y, por ende, lo opaco, lo inasimilable, al quedar así situados como restos de dicha consideración, configuran Otra cosa. ¿Acaso alcanza con la noción de unheimlich –lo no familiar según Freud- como lo asequible a la repetición, para dar cuenta de lo prójimo in extenso? En “La horadel lobo” de Ingmar Bergman se explora esta temática.

El texto que nos entrega Diana Nicoletti es un efecto escrito de dicha reunión.
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