4, 2014

Un fragmento del film “La hora del Lobo” (Vargtimmen) del director Ingmar Bergman, en el marco de lo que situamos como Niquilación, nos permitió debatir sobre las diferencias propuestas en esos dos tipos de argumentaciones que el personaje central del film nos hace escuchar y ver, no sin la mirada del director.
En la primera, basada en un esfuerzo al olvido, la existencia del kakón es un contrasentido traumático, un imposible de olvidar, un cuerpo afectado significantemente. En la segunda, foco de atención en el debate, la postulación de lo prójimo da paso a convalidar una perspectiva aniquilante, una marca incorpórea, un relato inolvidable.
Entoces: Donde la niquilación como operación se constata, sus efectos aparecen en el orden de lo familiar como siniestros, ominosos y repetitivos. Donde dicha operación por sus efectos no se constata (el ahora o el aquí hegelianos de la certeza sensible no tienen allí lugar), aparece un valor para la inexistencia, ya no como negación de la existencia, ya no un resto real rechazado de lo simbólico. Aquí una juntura real-imaginario tiene peso por sí. No tenemos equivalencia (¿cuántos azotes…?), no hay lugar o tiempo para ubicar. La distancia goce-deseo (mediadas por la angustia o el amor) se desvanece.



Retomamos a Rosenzweig: Este autor plantea que una teología no puede perder su dimensión inhumana articuladas en el trípode Creación, Revelación y Redención, formas del milagro, dimensiones del signo, que al no romper con ley alguna inauguran un necesario, signo que no es entendido como un pensamiento testimonial y moral, bello o verdadero. Por ejemplo: El milagro como signo sin más allá. Formación de excitación y tensión significante a ser discernida en tanto índice de inexistencia, no identitaria. Lo que crea la creación, por ende, padece de una falta de ser. “La existencia está necesitada de ser, puesto que lo que falta a la existencia es el ser, el ser universal… su creaturidad urge bajo las alas del ser” Rosenzweig con Freud: hay en lo primordial cierta concordancia entre lo necesario y lo contingente. El valor de la contingencia fundando lo necesario, un nuevo necesario no absoluto en su novedad.

5, 2014 UP

En esta segunda presentación del ciclo “Conversaciones à la lettre”, en la Universidad de Palermo, ciclo que coordina Isabel García, se proyectó el corto Equilibrium de Steven Soderbergh seguido de las ponencias de Jorge Tarela. Guillermo Díaz, Eduardo Laso y Jorge Pinedo.
En las ponencias se comienza retomado el cuadro de situación presentado en el documental de A. Curtis que se proyectó en la primera presentación, subrayando una novedad respecto del campo freudiano: un suplemento que no se aloja cómodamente ni del lado de la masa, ni del lado del líder. En este punto la temática impuesta desde la Ley queda trastocada por un Poder que cuestionamos. A su vez, retomamos la propuesta de articular Bernays-Lacan en función de lo que se entiende por deseo, pasando del deseo de algo al deseo de otra cosa.
Dado estas dos temáticas a entrecruzarse, se destaca el valor de lo prójimo, ubicado en el corto como ese acontecimiento banal, causante del desequilibrio. El corto ¿no tiende a resolver dicha tensión mediante lo que Freud denominaba juicio de discernimiento o facultad de discernir? Para el caso que así fuera –no todos los panelistas acuerdan en esto- eso conlleva algo de una constatación de inexistencia, un discernir no tanto lo que es o puede serlo, sino lo que no es o inexiste. Esto implica poner en marcha un cuestionamiento a todo saber basado en lo identitario. A su vez, esta operación se sostiene en la recurrencia que impide, dada una imposibilidad, tomarla al sólo nivel de la intriga o de la investigación dado un secreto. Así, el personaje central del corto inventa un saber del tipo: “el otro es un vividor y no tiene ideas propias”, que pone en acto sin necesidad de explicación alguna. Es en la recurrencia, en las vueltas dichas y necesarias de ser dichas, donde se articula un imposible de decir: llamémoslo “el sentido equilibrium”.



No es lo mismo “algo para desear” que “algo para leer”. En esta diferencia se sitúa, en el sueño que el corto despliega, un umbral, un pasaje, en donde la recurrencia sitúa identificaciones posibles –nunca identidades- (la más destacada es la de Half con el Dr. Pearl) y un objeto-peluquín que no puede ser objeto de intercambio en el mundo Bernays, en la medida en que se lo denomina tal como “un animal asesinado en el bosque”. Esta recurrencia permite diferenciar en lo que una mirada soporta, aquello que soporta a la mirada. Todo el corto en tanto mirada cinematográfica se desarrolla desde eso abyecto que no logra discernir salvo cuando lo postula como inexistencia. Ésta es la crítica al mundo Bernays siempre dispuesto a no considerar estas abyecciones, pero también es una crítica al campo freudiano, puesto que allí este objeto no logra encontrar sitio alguno, salvo en ese exterior tan difuso, tan más allá y que el film también invoca, en función del marco de la ventana y de los avioncitos de papel que por allí se arrojan.