12, 2014

El reverso del producto que se va constituyendo en la orientación, permite sostener el testimonio de una práctica, de la que se puede decir que no encuentra sujeto en su deriva. Los giros discursivos son una clara objeción a una teoría, junto a la lógica que sostiene a las fórmulas de la sexuación, teoría que se sostendría de la enunciación para ubicar allí al sujeto inconciente en todo discurso.
Guillermo Díaz brindó testimonio de aquello que, al no poder el hablante incorporarlo lo produce, una encrucijada en el camino que no desatiende el “estar jodido” de algún modo en eso que se denomina transferencia, dado que, en la medida en que se habla, una suposición se detecta en esos dichos. Ahora bien, la encrucijada se fue armando desde esa suposición  que funciona como verdad necesaria pero a la vez, detecta una contingencia como saber del Otro en el punto en donde ese Otro de eso nada sabe. Esta contingencia descompleta a lo necesario que sostiene la posibilidad del dicho en ese hablante. Tal vez sea esto hacia donde se dirige esta orientación: no tanto al sujeto de la enunciación como sujeto del inconciente sino hacia eso ignorado que produce un exceso en el simbólico. ¿La ex–sistencia necesaria  contradice el no-todo contingente? Algo pasa en esta experiencia, pase soportado por el significante pero que, en tanto pasa, es de otra estofa, lo denota el exceso.


Tal vez en esto nos pueda ayudar el film Caché, (de M. Haneke, 2005) puesto que allí hay una mirada que domina, que siempre es de otra estofa, siempre es excesiva en sus efectos respecto de toda interpretación de los afectados, de toda significación familiar, de todo intento de encontrar responsable. De alguna forma todo aquello que el hablante dice sobre esa mirada, hace girar el discurso produciendo un exceso, y así continúa. Pero ¿está dispuesto ese hablante a dejar caer los supuestos –sujeto y saber- para así toparse con lo prójimo?



Se ubican "puntos de abismo", en donde se abisma el pensamiento: practicar con lo que no entra en diálogo, con aquello que abisma. La palabra teje la trama pero al mismo tiempo la agujerea. Hay ganancia de saber, de un saber no sabido, sustracción de la locura del supuesto saber del Otro en tanto sujeto. En transferencia, esto se presenta como una pista para el que escucha. Poder ubicar al dicho que hace supuesto al sujeto y al saber del hablante, que le genera un partenaire para su diálogo. Que la interpretación no sostenga la suposición desde dónde se sostiene.