2,2019

El amo y el mundo.
El tratamiento de los objetos en el cine II.

Mariana Garfinkel

Ya no hablemos de conocimiento. La relación del hombre con un mundo suyo (…) nunca ha sido más que un capricho al servicio del discurso del amo. No hay mundo que sea suyo si no es el discurso que el amo hace marchar sin discusión”. Jaques Lacan “...o peor”.


Lacan afirma que el discurso del amo puede aislarse con cierta pureza en nuestra época. ¿Por qué? Hoy poseen varias nominaciones a los premios Oscar tres (o más) películas en donde es posible identificar, aislar ese discurso: “La favorita”, “Roma”, “Vice”… “La mula”, de Clint Eastwood podría acceder, sólo que es más feroz su declaración, sin rodeos ¿quién quiere ver? ¿Quién quiere ver que la familia produce hastío, la necedad de esa demanda, la preeminencia del hombre blanco en los estados del sur, los prejuicios contra los migrantes, los carteles de poder dentro de la policía?
El S1 sigue sabiendo, no hace falta que haya alguien allí. ¿Cómo ese discurso se las arregla para instalarse? Es fácil: acumulación libidinal, inmadurez infantil, capitalismo.
La película “La favorita”, de Yorgos Lanthimos, es nombrada como comedia negra, si eso significa a las reflexiones de Abigail, candidata a la corte/dama de compañía, como dice la revista Vogue (probablemente por temor a nombrar el lugar que esa corte demandaba). Esas reflexiones vienen en voz alta y hasta titulan los capítulos del film, como si esa práctica verbal desafiara algo de un imaginario posible de las costumbres del siglo XVII. Nadie habla de esos capítulos tampoco, como si la lógica irónica fuera sólo espectáculo propio de esta época.
Entrar en el campo del discurso del amo sorprende a Abigail, no hay parentesco que valga y es destinada a los subsuelos de la corte, a formar parte de la servidumbre. Debe olvidar el cuerpo, aquel que se baña en los toneles entre otras, sus manos; heridas por la lejía, castigo de una compañera. Si Abigail pudiera habitar ese otro discurso como para olvidar su cuerpo, dolería diferente. Pero habita el del amo, que se cree unívoco, tiene un guión, dice Lacan. Por su estructura enmascara la división subjetiva, hay que ser donde se piensa; es terapéutico el discurso del amo. Lleno de estrategias y futuros previsibles, lleno de esperanzas en que lo que se dice es. Esa coincidencia llamada selbstwusstsein como figura inaugural del amo, una confianza en sí mismo (como traducción posible), con estrategias, presagios, certidumbres y cálculos.
El goce en la reina Ana, muestra un cuerpo edematizado, abundante, pleno de corsets para armarlo, moldeado en ese discurso y decurso. Aún así es la reina, nadie debería olvidarlo… Es interesante jugar, en el discurso del amo, al “¿quién no sabe?”. En el discurso del amo “toda pregunta por la verdad termina aplastada”.
Digamos que Abigail, ofrece un nuevo amor a la reina, lejos de las nostalgias y recuerdos que comparte con la otra, lejos de los intereses del estado, un amor de juguete, cerca de las mascotas y un poco lo real, que entra así en las películas de Yorgos Lanthimos, con conejitos esta vez.
¿Acaso Abigail desea un lugar de privilegio en el discurso del amo? Ese querer le impide jugar las cartas del estado, aunque piense, lea y sus ansias sean claras, querer asegurarse un lugar en discurso, que ya tiene los lugares asignados y así marcha, la deja fijada.
¿Cómo es que Abigail vislumbra un lugar posible/diferente para entrar en ese discurso si ya está allí? Que conozca las fórmulas curativas de las plantas del bosque en el reino podría hacer de ella una buena chamana (si es que existiera algo así en el siglo XVII), pero no, ella insiste con la alcoba real. Ese saber, el de las plantas, lo utiliza de inicio no de continuidad, aunque resulta de lo más interesante que el poder curativo de una raíz o planta supere al de miles de carnes envueltas sobre las piernas Ana, víctima de gota ¿no? El saber sobre la herida queda en exclusión y sin embargo, podría tratarse de un punto de viraje.
En el caso “Roma”, de Alfonso Cuarón, ¿alguien ha pensado en el discurso que transita o los críticos han escrito en función de alguna conciencia (de clase)? Sólo una breve apostilla aquí, que creo, se retoma en ambos films: la insistencia en la dirección (escópica) en mostrar-enseñar los residuos, los deshechos, lo muerto. El amo no quiere saber nada de sus deshechos. En el primer caso la insistencia del cuadro blanco y negro sobre las heces del perro. Clea los junta, la cámara atenta allí. Luego, es preciso hacer lugar a la consideración especial que pone el director en el primer plano del proceso de amortajamiento de la bebé de Cleo, a la vez el amo y lo muerto, exposée. Un producto no reintegrable. Además de escribir sobre la apuesta estética, Cuarón merecería una lectura.
Una vía paralela y desocultada, surge en la película “El vice” (Vice) de Adam McKay, el discurso amo propone sus figuras necrofílicas: la idea delirante del dominio basada en invasiones torturas y muerte, encabalgada sobre una paranoia orientada o refinada del poder (dentro del guión; dicho como algo que siempre está en riesgo de ser arrebatado, en pie de guerra/odio de quien lo porta) como la extrema “Teoría de la unidad ejecutiva”, performática, que aún en tiempo presente, comanda. La apuesta escópica surge como un corazón extenuado, desconocido por su portador como desconoce su alma perdida en el vicio (así su título), en el tráfico de influencias, así observamos la fenomenología de ese espíritu.
Hollywood reinstala el discurso del amo y su propuesta de tomar las migajas del goce. Quizás una inserción propicia para no pensar en el discurso capitalista, un discurso con dificultades para hallar cortes y fisuras afines a la entrada de lo político, según Jorge Alemán. Y si no entra la polis ¿qué queda?
¿Qué sucede cuando “el esclavo” quiere estar en otro lugar sin haberse producido un giro discursivo? No pasa nada. A lo sumo, se transforma en amo. Es curioso que Hollywood, en este 2019 cargado de las derechas en el mundo, se lo pregunte, está claro que no lo sabe.


Lacan, Jaques “El reverso del psicoanálisis”. Seminario 17.
Lacan, Jaques “...o peor”. Seminario 19.


01, 2019


Transhablar (Decir necesario, escuchar contingente)
Jorge Tarela
LetraViva (2019)

De la contratapa:

Eso indecible surge en el hablar por hablar, en el dejar suspendido el oír para que brote ese indecible, que es uno de los nombres del Decir, pues eso tiene el poder de una resonancia que es a la vez su fuente y su fin, su cuerpo y objeto, su hacer vibrar y su es vibrado. Aun calculando un indecible por ese decir en el hablar por hablar, podemos afirmar el efecto de una dicción que es escucha, y en este punto eso que denominamos habla ya no antecede ni prosigue al hablar mismo que apunta al oír. Al decir de esa habla -singular y femenina- aunque indecible para el hablante, un cuerpo de escucha se ubica trans el hablar. En el habla hay un ritmo, una dicción, una pulsión, un goce, todas formas activas de un contingente escuchar que se mantiene a distancia del oír, hacia donde se plonge, se hunde, se zambulle el hablar en tanto voz.